¿Te has fijado alguna vez en las almohadillas de las patas de los gatos? Si has tenido la posibilidad de tocarlas te habrás dado cuenta de son muy suaves. Pues aquí os dejo tres curiosidades y un truco sobre ellas.
Las glándulas sudoríparas de los gatos se encuentran en las almohadillas de las patas. Es decir, suda a través de ellas. Mientras caminan este sudor se va quedando en el suelo. Es una cantidad ínfima pero suficiente para que el gato marque el territorio como suyo, de cara a otros gatos y a sentirse seguro en su espacio.
No hay un sólo color de almohadillas. Cada gato puede tener un color diferente. Son del mismo color que el pelo, y como él también puede tener manchas.
Las almohadillas de los gatos son muy sensibles. Tienen muy desarrollado el sentido del tacto, lo que les sirve para evaluar texturas, temperaturas o vibración. Durante la caza es muy útil, por ejemplo para saber si su presa está aún viva. Aunque parezca una contradicción, las almohadillas son fuertes, capaces de soportar malas condiciones. Soportan por ejemplo la alta temperatura del suelo en verano o resisten al caminar sobre piedras o entre matojos sin hacerse cortes ni heridas.
Sin embargo, en muchos casos estas malas condiciones pueden producir que se agrieten o sequen. Hay un truco muy simple para hidratar sus almohadillas: una gota de aceite de girasol. Una vez que hayamos limpiado las almohadillas muy bien frotamos esta gotita de aceite con cuidado para que vaya absorviendo. Para el gato es inofensivo si se lame, y aunque es una mínima cantidad incluso es útil de cara a expulsar las bolas de pelo de su estómago. Nada de utilizar bodymilk, que no es nada sano si el gato se lame (y lo hará inmediatamente tras soltarle la pata…)
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