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¿Por qué mi gato me muerde?
Los mordiscos forman parte de la naturaleza felina, sin embargo, cuando estos son demasiado fuertes, se producen si previo aviso o se llevan a cabo en medio de una relajante sesión de caricias muchos tutores se preocupan. ¿Hablamos de agresividad felina o de un simple juego?
El miedo es uno de los factores más importantes que explican esta conducta, pero existen otros, como la predisposición genética y los problemas durante la etapa de socialización del gato cachorro. Centrándonos en la socialización, debemos saber que un gato separado prematuramente de su progenitora y hermanos es más propenso a morder de forma desproporcionada, aunque no por ello significa que sea agresivo. Al no aprender a gestionar la mordida correctamente, es muy probable que no sea consciente de que hace daño.
También puede producirse por aprendizaje, siendo nuestro propio comportamiento el que va a actuar como refuerzo. Es muy frecuente en los gatos cachorros, cuando el pequeño mordisquea y los cuidadores se ríen y siguen jugando con él, en lugar de detener el juego. De esta forma, el gato aprende que morder es algo totalmente normal y aceptable, y sigue haciéndolo en su etapa adulta.
Finalmente, es importante señalar que a los felinos no les agrada que acariciemos ciertas partes de su cuerpo. Por ejemplo, a la mayoría de gatos no les gusta que toquemos su barriga, ya que para ellos es una zona muy vulnerable. Entonces, pueden morder como señal de aviso. En caso de ignorarla, aumentarán la intensidad del mordisco o arañazo.
Como hemos visto, existen muchos motivos que pueden explicar por qué muerden los gatos, no obstante, descubrir realmente cuál es la motivación del mordisco será clave para poder trabajarlo y evitarlo.uando morder es un juego
Como sabemos, los gatos son animales cazadores y, desde bien pequeños, desarrollan conductas dirigidas a convertirse en un depredador perfecto. Dentro de estas actividades se encuentran los mordiscos, como parte del desarrollo de su conducta habitual de caza. Los gatitos van a jugar entre ellos a convertirse en presas y depredadores.
Estas primeras semanas de vida son claves para la socialización, por eso es tan importante que las pasen en compañía de su madre y de sus hermanos, por lo menos durante los dos primeros meses de vida. Los juegos entre ellos y las correcciones de la mamá gata van a ayudar a que el gato aprenda hasta dónde puede llegar y qué fuerza puede imprimir a sus mordiscos.
Cuando el gatito pasa a convivir con nosotros, puede querer repetir estos juegos y esto puede explicar por qué el gato nos muerde cuando lo acariciamos ya que, para él, se va a activar el modo "juego de caza". Si esto sucede debemos desviar su atención y utilizar siempre juguetes para interactuar con él, evitando, así, que tome nuestras manos, dedos, pies o incluso piernas como presas potenciales.
Morder como aviso
Otras veces nuestro gato nos saluda y se nos acerca frotando su cabeza contra nuestro cuerpo y/o ronroneando. Nuestra reacción normal va a ser devolverle las caricias y, por ello, causa sorpresa a cualquier cuidador y es pregunta habitual por qué el gato nos muerde cuando lo acariciamos.
Hay que saber que, si bien es cierto que nuestro gato nos está pidiendo caricias, puede cansarse de ellas enseguida y su modo de decirlo va a ser pararnos con un mordisco, generalmente pequeño, de aviso. Otras veces nos frenará con la pata, parando nuestra mano o dándonos un leve zarpazo. Aunque nos resulte una conducta desconcertante, lo cierto es que es muy probable que nuestro gato nos haya estado avisando de que cesemos en nuestras caricias, pero no hemos identificado sus signos.
Algunos pueden ser los siguientes:
- Orejas plegadas hacia atrás, al igual que el resto de la cabeza, que va a apartarse de nuestro contacto.
- Movimiento inquieto de la cola, que va a presentar elevada.
- Intento de zafarse de nosotros.
- En general, incomodidad, nuestro gato no estará relajado, más bien su estado será el de alerta.
Si observamos alguno de estos comportamientos tenemos que dejar de acariciarlo ya que, de persistir, nos llevaremos un mordisco de aviso o un zarpazo. Veamos, a continuación, en que partes del cuerpo es más seguro acariciar a un gato.
Zona de caricias
En primer lugar, ni con un gato ni con ningún otro animal, debemos forzar el roce. Dejemos siempre que sean los animales los que se acerquen a nosotros. Obligarlos puede explicar por qué el gato muerde cuando lo acaricio.
Si nos fijamos en estos felinos, es fácil comprobar que nos demuestran su cariño restregándose contra nosotros, especialmente los laterales de la cabeza. De esta manera libera unas hormonas "apaciguantes" que le proporcionan una agradable sensación. Este va a ser su lugar favorito de caricias.
El resto del cuerpo se comporta de la siguiente manera:
- Parte superior de la cabeza y cuello: esta zona, al igual que los lados de la cara, es muy receptiva a las caricias. Nuestro gato aceptará el contacto de buen grado, eso sí, tenemos que parar al primer síntoma de incomodidad.
- Lomo: las caricias que le recorren la columna vertebral también son bien recibidas, especialmente si le rascamos con delicadeza la zona de inicio de la cola.
- Patas: a los gatos no les suele gustar que se les toquen ni las patas ni los pies. Mejor evitar hacerlo si no conocemos al minino.
- Barriga: zona de peligro. Hasta el gato más mimoso puede revolverse si insistimos en acariciarle esta parte, ya que es especialmente vulnerable. Tocarle el vientre es sinónimo, casi seguro, de mordisco, aunque sea solo de advertencia.
Por lo tanto, respetemos estas indicaciones, sobre todo si es un gato desconocido o recién llegado. Ambos debemos habituarnos poco a poco y, por supuesto, tenemos que dejar de tocarlo al primer indicio de incomodidad.
El mordisco de amor
Pero, en ocasiones, hay gatos que utilizan el mordisco como otra forma de comunicación "amorosa". Así, la respuesta a por qué nuestro gato nos muerde cuando lo acariciamos puede ser, simplemente, que es su demostración de afecto. En estos casos el mordisco se hace "sin dientes", es decir, más bien se trataría de que nuestro gato nos "toma" con la boca la mano, los dedos o incluso la nariz, con delicadeza y suavidad, sin hacernos ningún daño. Su actitud será relajada y amigable.
¿Cómo prevenir y evitar que mi gato me muerda?
En algunos casos podemos explicar por qué mi gato me muerde cuando lo acaricio como el resultado de una agresión, directamente. Estos gatos no toleran las caricias y reaccionan mordiendo, sobre todo si están en unas circunstancias en las que no pueden escapar y esconderse, como sería su primera opción.
Muchas veces esta situación es el reflejo de un gran miedo que el gato tiene ante los humanos y pudiera ser resultado de una socialización deficiente o de una mala experiencia. Por eso hemos dicho que es importante respetar las distancias que va a imponer el gato y nunca obligarlo al contacto ni, tampoco, reñirle si como resultado de este nos muerde.
En estos casos, si queremos llegar a acariciar al gato debemos empezar con calma. Sirvan los siguientes pasos como guía:
- Dejar que sea el gato quien se nos acerque, para ello podemos ayudarnos de algún premio, como alguna comida que le guste especialmente o un juguete.
- Acariciar con suavidad y lentamente, sin movimientos bruscos, los laterales o la parte superior de la cabeza, tan solo un par de veces. Si el gato se muestra receptivo, lo que podremos constatar si se mantiene tranquilo, aumentaremos el tiempo de caricias progresivamente, día a día, sin prisa y sin forzar.
- Una vez bien aceptado el paso anterior podemos seguir acariciándolo deslizando la palma de nuestra mano sobre el lomo, recorriendo la columna.
- Hay que recordar que un gato puede querer dormir en nuestro regazo y, sin embargo, no aceptar caricias. Respetémoslo.
¿Qué hacer si mi gato me muerde cuando lo acaricio?
Si, al contrario, se desencadena un ataque, debemos seguir los pasos siguientes:
- Si el gato nos ha atrapado la mano o el brazo debemos soltarnos con firmeza pero sin brusquedad, ya que un tirón violento puede desencadenar otro ataque. Podemos decirle, a la vez, "no", con tranquilidad.
- Jamás debemos agredir al gato, además de ser un maltrato intolerable, puede ser contraproducente y resultar en otro ataque. Además le estaremos enseñando que no somos de fiar, lo que dificultará la resolución del problema.
- En los casos graves en los que no sea posible el acercamiento que hemos descrito con anterioridad, debemos buscar ayuda profesional, consultando con un veterinario especializado o con un etólogo, que es el profesional que estudia el comportamiento animal. Antes de cualquier intento de modificación de la conducta debemos someter al gato a una revisión veterinaria ya que, en ocasiones, una enfermedad no detectada puede causar dolor que el gato expresa mostrándose agresivo.
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